Seguro tenemos el primo de un amigo al que le quedará el incómodo saco de (al menos uno) de los siguientes propósitos.
Enero: Dejaré de encabronarme a lo pendejo.
Digo, lo primero es la salud y si continúo con los pinche corajes, no llegaré a ser (más) viejo.
Febrero: Dejaré de joder tanto a mi familia.
Cuando todo lo demás falla, ahí estará siempre la familia (y algunos amigos que se convierten en familia). Así que por favor, no la jodamos ‘tanto’.
Marzo: Dejaré de tragar puras porquerías.
Volvemos a la salud, todo el mundo quiere estar flaco, pero lo primero es estar sano. Aguas.
Abril: Le bajaré al pinche estrés.
¡Esta cabrona enfermedad moderna! Claro que hay que ser constantes con la friega, pero también hay que ser sabios para no joder nuestra salud. Un viejo amigo dijo ‘con salud puedes ganar mil fortunas, pero ni mil fortunas te regresarán la salud».
Mayo: Leeré más, (o al menos terminaré un libro).
Bien, ¿cuántos libros dices que leíste y cuántos libros leíste? La cuestión es alimentar la mente así como lo hacemos con el cuerpo. Si le metemos porquerías, cómo carajo queremos tener ideas sanas.
Junio: Mandaré a la chingada a quienes se lo merecen.
Así como nutrimos el cuerpo y la mente, también están quienes nutren nuestra vida. Pero cuidado, porque también hay gente que es igual de jodida que la comida rápida.
Julio: Me haré responsable de mis decisiones (y chingaderas).
La congruencia entre lo que decimos y hacemos se ha vuelto mucho más valiosa debido a su escasez actual. Siempre es más fácil poner pretextos que poner actitud para hacernos cargo de nuestras decisiones y una que otra chingadera.
Agosto: No dejaré que me gane la hueva.
Parece fácil pero esta es la suma de otras metas, la hueva es aquella compañera que tenemos y nos jode diciéndonos ‘déjalo para mañana’, ‘que lo haga otro’, ‘ya como salga’, ‘hazlo al chingadaz0’ y otros tantos pretextos tan quemados que ya viven en nuestra memoria. Y sí, justo ésos son los que hay que aniquilar.
Septiembre: Dejaré de gastar en tantas pendejadas.
¿Cuántas personas conoces que trabajan, trabajan y trabajan pero nunca les alcanza? Claro que está de la chingada la situación económica, pero más jodida estará si tomamos decisiones financieras con el pinche hígado. Aguas.
Octubre: Ya no culparé de mis pendejadas a los demás.
¿Recuerdan el punto de hacerse responsable? Pues aquí está un repaso por si aún no quedó claro. Así como nuestras decisiones, hay que hacernos responsables de nuestros errores, básicamente son experiencia en una envoltura que no siempre nos gusta. Pero lo que viene por dentro es lo que nos quedaremos para siempre.
Noviembre: Encontraré… Bueno, no se puede tener todo en la cabrona vida.
Diciembre: Dejaré de hacerme pendejo.
Y para cerrar, un consejo que nos han dado los abuelos desde siempre. El problema de hacerse pendejo es que se convierte en un vicio que corroe vidas, familias y sociedades enteras. ¿Qué es dejar de hacerse pendejo? Pues para comenzar es tomar las riendas de nuestra vida y dejar de echar pretextos cuando lo que necesitamos es tener bien puestos los huevitos.
Más que propósitos, hagámonos metas sencillas, claras y tengamos el temple, sabiduría y constancia para alcanzarlas. La peor forma de fracasar será si nos hacemos pendejos a nosotros mismos.
Les deseo mucha salud, vida y éxito para el 2017.
