Iba a comenzar este breve texto con un “querido amigo ratero”, pero no. No eres querido, y mucho menos amigo. Así que lo dejo como “raterucho”.
Pues bien, raterucho, sólo escribo para que sepas que podrás robar celulares, autos, carteras y todo lo que tu cobardía te permita. Pero lamentablemente, raterucho, nunca podrás robarle el talento, el valor y el temple a las personas que espantas con tus armas, que no hacen más que reforzar tu cobardía.
Y sí, cobarde, porque aquellos que amedrentaste o amenazaste, eventualmente sanarán y volverán a chingarle para obtener nuevos celulares, autos o carteras. Pero tú, detestable raterucho, JAMÁS podrás robar los huevos que tanto te hacen falta para vivir.
Adiós.
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